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¡A 50 años del histórico Oro en natación del 'Tibio' Muñoz en México 1968!

lunes 22 octubre 2018, 10:16 AM    Por: Marco Delgado Ayala

¡A 50 años del histórico Oro en natación del 'Tibio' Muñoz en México 1968!

Eran las 20:04 horas del 22 de octubre de 1968, la Alberca Olímpica Francisco Márquez estaba a reventar, era de esperarse, pues en la final de 200m pecho había un mexicano que llamaba mucho la atención luego de que en las eliminatorias había registrado el mejor tiempo con 2’31.1” minutos. Se trataba de Felipe Muñoz Kapamas, un jovencillo de apenas 17 años, quien se había propuesto a sí mismo: “Hoy gano o me ahogo”.

A Felipe le toca el carril de honor (4). A su lado el campeón soviético, Vladimir Kosinsky (2’31.9”), y a su izquierda el rival de siempre, el estadunidense Brian Jonathan. Completan la línea de salida el japonés Osama Tsurumine, los soviéticos Nicolai Pankin y Eugehy Mikhailov, el estadunidense Philip Long y el alemán Henninger.

Las instrucciones para el mexicano eran nadar sin presiones, sin voltear a ver a sus rivales. La estrategia del entrenador Ronald Johnson era que Muñoz nadara los 200m pecho para un registro de 2:30 minutos.

Instantes previos a la final había tensión entre los competidores. El japonés meditaba, el alemán tenía las piernas hacia arriba; los gringos, más tranquilos, veían retadoramente a los soviéticos que, a su vez, también estaban muy nerviosos. “Yo los veía y me reía también de nervios, pero en el fondo estaba seguro que nada ni nadie podría vencerme esa noche”, decía Muñoz Kapamas.

Llegó el momento de la verdad. Suena el disparo de salida y ahí van al agua los ocho finalistas. En los primeros 50 metros de la prueba Felipe se coloca en el quinto sitio detrás de Henninger, de Job, de Pankin y Kosinsky.

A  los 100 metros,  el alemán sigue al frente y le siguen Job y Kosinsky. Felipe, concentrado en lo suyo, los sigue de cerca. Crece el aliento desde las tribunas, chiflidos, gritos, aplausos…, se acerca el último tramo.

A los 175 metros de la competencia, Felipe Muñoz logra lo esperado. Rebasa a Henninger y a Job en vigorosa ofensiva, que obliga a Kosinsky a una rabiosa reacción. La gente empezó a gritar “¡México, México, México!”. Ambos peleaban brazada a brazada el primer lugar de la prueba, pero es el mexicano quien cruza primero la raya imaginaria por casi medio cuerpo de ventaja sobre el europeo, quien intenta el último esfuerzo. Sin embargo, es El Tibio el que decide dar el cerrojazo final con un esfuerzo sobrehumano que lo lleva al triunfo, a la gloria olímpica y al recinto de los inmortales en una final histórica, el juvenil de 17 años que se atrevió a desafiar a los grandes.

Felipe se adjudicó la prueba en 2’28.7” minutos; Kosinsky, que debió conformarse con la medalla de plata, hizo 2’29.2”, y Brian Job, bronce,  en 2’29.9”.

SIN PALABRAS. “Cuando toqué el final, lo primero que hice fue voltear a la pizarra y ver mi nombre con el número uno, fue algo increíble, y hasta la fecha no encuentro palabras para describirlo, estaba muy cansado, pero feliz”, recuerda el campeón olímpico.

Se trataba del primer oro para México luego de 10 días de competencias en la edición XIX de la justa olímpica, y la tercera medalla para el país, después de la plata del Sargento José Pedraza, en los 20 kilómetros de caminata, y de la otra plata de Pilar Roldán, en esgrima.

En las tribunas gritaban, lloraban, cantaban, bailaban, otros aplaudían. Era una alegría inmensa la que se vivió esa noche, a sólo cinco días de culminar la justa olímpica.

Felipe, entre la recuperación del esfuerzo y la credibilidad de sentirse campeón olímpico. No pasa mucho tiempo y recibe la llamada del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, quien había seguido la final de la prueba a través de la televisión.

Tan emocionado estaba Felipe, que tiempo después relató: “Sólo podía decir ‘sí, Presidente... Sí, Presidente’…, estaba más nervioso que cuando nadé”. Ya ante los reporteros, sólo decía: “No soy un héroe, soy simplemente un deportista que ha comprendido que para llegar a donde sea, hay que poner el alma de por medio”.

Hasta ese momento todo era felicidad, pero Felipe recuerda que no todo fue así. Ese mismo día, como parte de su preparación antes de la prueba, él necesitaba estar lo más tranquilo posible y para lograrlo tuvieron que llevarlo a entrenar a la alberca del Club Libanés y cuando llegaron, los guardias de seguridad no le dejaban entrar. Hasta que en la desesperación alguien de su equipo de entrenamiento alzó la voz y les dijo:  “Éste es El Tibio,  de ustedes depende que esta noche sea campeón olímpico”. Ante tal amenaza, las puertas del deportivo se abrieron y Felipe pudo entrenar en la soledad de la piscina.

Entre las anécdotas que Muñoz cuenta de aquel día glorioso para la natación mexicana, destaca una de su entrenador Ronald Johnson, quien le decía: “Tú eres como el cazador, debes pensar en ellos como tus presas, porque las liebres son rápidas, pero el lobo es más fuerte y al final se las come”. Fue así como Felipe se miró campeón, pese a tener a rivales de cuidado como Kosinski. Porque esa noche se convirtió en el lobo astuto para ser campeón olímpico.

Esta misma tarde, en el mismo recinto, la Alberca Olímpica Francisco Márquez, Muñoz Kapamas recibirá un reconocimiento por esa medalla olímpica obtenida hace 50 años.

 

Fuente: La Crónica Hoy (Portal electrónico)/Foto: Internet

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