Boxeadores mexicanos 'noqueados' por vicios y malas decisiones

La ignorancia, amistades negativas, el alcoholismo y drogadicción “noquearon” a ex campeones mundiales mexicanos, quienes parecían tener resuelta la vida en el aspecto económico, pero despilfarraron su dinero y terminaron en la ruina.

El hambre de triunfo y las ganas de sobresalir es un común denominador en los pugilistas, muchos nacidos en cuna humilde y que con sus puños y gracias a los golpes cumplieron sueños, pero que no supieron administrarlo.

Víctor Manuel Rabanales, Carlos Zárate, Rubén “Púas” Olivares y Julio César Chávez son los claros ejemplos de cómo la ignorancia y los vicios terminaron con sus millones.

Uno de los casos más sonados es el de Rabanales, nacido en Chiapas y quien el 17 de septiembre de 1992 conquistó el título gallo del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) tras vencer por nocaut técnico a Joichiro Tatsuyoshi, del que hizo una defensa antes de perderlo en Corea del Sur.

Las ganancias en su carrera fueron superiores al millón de dólares, y con la fama y dinero aparecieron los “amigos”, pero la ignorancia, combinada con esa gente que se aprovechó de la situación, acabaron con su patrimonio.

El “Lacandón” Rabanales fue engañado y compró el volcán Popocatépetl en 30 mil dólares, en donde tenía pensado construir un gimnasio; también compró un departamento en Texcoco, por 65 mil dólares, del cual fue despojado.

Así como el departamento, compró vehículos que tampoco estaban a su nombre, sin olvidar el despilfarro en las fiestas que duraban casi tres semanas y sus adicciones al alcohol y las drogas.

“Por haber sido campeón había gente que me podía apoyar, pero yo me cerré, no abrí bien la mentalidad, me jaló lo más negativo”, dijo hace algunos años en una entrevista con Notimex, por lo que pedía a sus compañeros pugilistas cuidarse de algunas “amistades”.

Ya sin dinero tuvo que trabajar para ganarse unos pesos. Lo hizo como ayudante en taquerías, en donde limpiaba mesas y barría, y también fue franelero. En la actualidad recibe ayuda mensual del “Fondo José Sulaimán” del CMB.

Carlos “Cañas” Zárate, considerado entre los mejores pugilistas mexicanos de la historia, también gozó de fama y fortuna, pero una derrota con Guadalupe Pintor lo hundió en una depresión de la cual fue complicado salir, y después se refugió en las drogas.

Con récord de 66-4, 63 nocauts, el “Cañas” Zárate se proclamó campeón mundial gallo el 8 de mayo de 1976 al vencer a Rodolfo Martínez, reinado que duró tres años antes de caer con Pintor, revés que lo alejó del boxeo por más de seis años.

La vida cómoda y hasta de lujos que vivía –tenía un yate, una vinatería y una mueblería- poco a poco desapareció y también el dinero. El vicio del alcohol y de la droga se hizo presente y comenzó a despilfarrar sus ganancias.

Así, entre fiesta y fiesta acabó con todo y tuvo que volver al boxeo por necesidad. Fueron 14 peleas, la última en 1988, pero las malas influencias y la necesidad de drogarse lo orillaron a quedarse sin nada, vendió todo.

Vivía en hoteles de paso y engañaba a la gente, sin familia ni dinero. Años después recibió ayuda de Don José Sulaimán y se internó en un centro de rehabilitación para cambiar su vida, ahora rodeado de familia, amigos y ligado al deporte que le dio fama y riqueza.

Rubén “Púas” Olivares (89-13-3, 79 KOs) es otro legendario campeón que terminó en la ruina por sus adicciones y fiestas, de quien se dice tuvo ganancias superiores a los dos millones de dólares y ahora vende sus recuerdos en el tianguis de la Lagunilla.

Las fiestas que duraban varios días y los autos de lujo que compró, mismos que regaló, acabaron con la fortuna del “Púas”, quien vende en el tianguis el título verde y oro de peso pluma que ganó en 1975, fotografías y otros artículos.

Julio César Chávez, considerado el mejor pugilista mexicano de todos los tiempos y tricampeón del mundo en distintas divisiones, también tuvo una época complicada a causa de las adicciones y estuvo a punto de quitarse la vida.

Pero sus deseos de vivir, la familia y amigos de verdad lo ayudaron en su rehabilitación y ahora vive bien, ayuda a los jóvenes a no caer en las adicciones en una de las clínicas que tiene y es comentarista de boxeo.

Otros casos es el de Rodolfo “Chango” Casanova, nacido en León, Guanajuato, en 1915 y que 19 años después desaprovechó su gran oportunidad de convertirse en campeón mundial en Montreal, Canadá, donde perdió con el puertorriqueño Sixto Escobar.

Cuenta la historia que un día antes de la pelea Casanova bebió de más y, amplió favorito para ganar, fue derrotado para perder su gran oportunidad; la adicción al alcohol lo acompañó el resto de su vida, incluso hubo noches en que subió a pelear ebrio, y murió en un albergue para indigentes en 1980.

Ricardo “Pajarito” Moreno también logró fama y fortuna con el boxeo, situación que lo llevó al mundo del cine y la farándula, pero no supo cuidar su dinero. Se compró un Cadillac y prendía sus cigarros con billetes de 100 pesos.

El CMB, ahora dirigido por Mauricio Sulaimán, nunca dejó solos a sus campeones. Don José Sulaimán se preocupó por ayudar al “Cañas” Zárate y a “JC” para que se rehabilitaran y lo logró, y ahora el organismo apoya económicamente a los pugilistas y orienta a los más jóvenes para evitar que historias como esas se repitan.

Notimex/Foto: Twitter