La increíble historia de George Eyser, la sorpresa de los Olímpicos de 1904

El estadounidense George Eyser, de origen alemán, tuvo que demostrar que ante las adversidades de la vida se puede sobresalir, dejó su país natal, junto con su familia, por problemas sociales y en Estados Unidos logró marcar su historia.

Cuenta la historia que en 1885, cuando Eyser tenía 15 años de edad, emigró con su familia a Estados Unidos y se establecieron en Denver. Se enfrentó a un mundo desconocido, pero se tuvo que acoplar.

No se sabe con exactitud como sucedió el percance. Se dice que mientras trabajaba cayó en un andén y el tren que iniciaba su marcha le arrancó una pierna. Disfrutó todo, su trabajo y el deporte, pero el accidente le causó pesar.

Eso vino a nublar su panorama, ya que George Eyser estaba dispuesto a hacer de todo para sobresalir tanto en su trabajo como en el deporte, esto último lo tuvo que dejar y se refugió detrás de un escritorio como contador. Dejó la ciudad de Denver para trasladarse a San Luis.

Ya con una prótesis, el joven Eyser compaginó los números con la gimnasia. Estaba en apogeo la llamada gimnasia de “giros”. Se inscribió en un club para practicarlo. Cuando el entonces presidente de Estados Unidos, Theodore Roosevelt, escogió a San Luis por Chicago para los III Juegos Olímpicos de 1904 cambió la su vida.

Se sometió una serie de entrenamiento que sólo los más proporcionados de un gran físico podrían realizar. Debía ser acrobático, maniobras atléticas en donde el cuerpo era exigido al máximo. Todo por llegar al sueño olímpico, que sin pensarlo, estaba a punto de hacer realidad.

Ya con 33 años de edad, y tras meses de intensa exigencia, Eyser se metió a la selección nacional y en cuando todo iniciaba para él. Sus compañeros de equipo supieron lo constante y aguerrido que era para los entrenamientos a pesar de no tener una pierna.

En plenos Juegos Olímpicos, el competidor de origen alemán se lanzaba en su primera prueba, el salto de caballo. Fue el último, pero él salió como si fuera el primero. Supo superar a los más experimentados, sus compatriotas Anton Heida (40) y William Merz (31).

Se preparó y salió a toda carrera. Ejecutó una voltereta casi intolerante, pero debía finalizar con un aterrizaje perfecto. Lo logró y el público lo aclamó. Los jueces le dieron 36 puntos para desbancar a Merz del segundo puesto. Fue la primera de oro que compartió con Heida.

El torneo olímpico deparaba un duelo entre él y Heida. En las barras paralelas Eyser se veía completo, los jueces calificaron estética y potencia, el torax lo alzó como un astado en busca de la victoria y así lo hizo para llevarse la segunda medalla por 44 puntos y 43 de Heida.

El duelo siguió y en la barra horizontal, de nuevo la guerra por el podio, pero ahora se sumaba Edward Henning, también local. Los tres debían mostrar su mejor rutina y todo se definiría por un punto. Heida (40) se llevaba el oro y Eyser (39) el bronce. Henning (40) era de plata.

En el caballo con arzones, Heida fue el héroe. En el all around, Eyser quedó lejos de medalla, pero en escalamiento de cuerda, sus brazos le daban la estrategia necesaria para ganar. Ascendió 14 metros y ganó su tercera medalla.

Al final de la contienda, Heida se llevó cinco medallas de oro, pero Eyser sumó seis (tres de oro, una de plata y dos de bronce). George Eyser pasó a la historia porque brilló en los Juegos Olímpicos con prótesis, un gran torax y una voluntad inquebrantable para superar las adversidades.

Notimex/Foto: Twitter